3 coordenadas para no perderte con tu hijo adolescente

¿Te cuesta entenderte con tu hijo/a adolescente? No te alarmes, como ya sabrás es una etapa compleja. Los más animosos la califican de «apasionante». Si te ha pillado por sorpresa, mira hacia atrás y revisa como fue tu adolescencia. Ten cuidado, que la memoria es tramposa y eclipsa ciertos recuerdos, para ofrecernos la mejor cara de la historia y dejar un saldo positivo a nuestro favor.

Aquí propongo tres ideas clave que he comprobado que ayudan a los padres a entender y tratar a sus chicos en esta «apasionante» etapa. Aclaro que además de psicóloga, hablo como madre certificada de dos hijos adolescentes.

Tu vida es tuya y la suya es suya. Evita proyectar su vida como si fuese una continuación de la tuya. Tus expectativas, tus planes, errores y aciertos no son los suyos. Vive en otra época, en otro momento, con ideas, necesidades y prioridades distintas. Y lo que es más importante: es una persona diferente a ti. Aunque os parezcáis, tiene sus propias ilusiones, esquemas, preferencias… Podrán estar equivocados, pero ése es su camino: actuar, comprobar y aprender. No quiero decir con ello que te quedes al margen, al contrario, trata de estar cerca: déjale hablar, escúchale y da tu opinión; pero no tomes decisiones por él. Tú dirás que te da miedo, que solo quieres lo mejor, que está muy despistado/a… Se irá centrando con el tiempo, ya lo verás. En lo que a ti se refiere, debes aceptar que tienes un nuevo papel. A medida que nuestros hijos crecen, nuestra capacidad de control disminuye. Podemos estar cerca e influir (a veces), pero ni podemos ni debemos diseñar su vida.

Los amigos lo son todo. En esta etapa tiene la necesidad imperiosa de sentirse válido/a socialmente. Es uno de los retos más difíciles de la adolescencia, y por ende, su mayor prioridad. Necesita la aceptación de su grupo de referencia, Sí, sí, sus amigos, no tus padres, ni tus hermanos y sobrinos. Ellos son su familia y ya sabe que cuenta con ellos. Ahora necesita saber que también puede tener amigos, gustar, ligar, ser popular… Para ello se esfuerza por parecerse a los demás y dedica mucha energía para estar cerca de ellos, observarles y comunicarse. En esta época esto se traduce de dos maneras: o está en la calle o pegado al móvil. Allí es donde sucede casi todo lo que le interesa. Esto también se le pasará. A medida que crecen mejora su inteligencia social, van ganando seguridad en ese ámbito y están más abiertos a otras cosas. Y llega un día que quieren incluso volver a ir contigo de vacaciones. Eso sí, cada cual a su ritmo.

Se saltará las normas. Probablemente cuestione muchas de las normas que ponéis en casa. Tu niño/niña, que antes te seguía a todas partes, y a quien todo le parecía bien, ahora está en contra del mundo, en particular si lo dicen sus padres. ¿Recuerdas cuando con dos años quería hacerlo todo solo y al vestirse se metía el pantalón por la cabeza? Pues esto es parecido, ahora está estrenando su capacidad para tomar de decisiones y el mejor escenario de ensayo es su casa. A esto se suma que los padres tenemos la molesta labor de poner límites a su insaciable necesidad de libertad. ¿Cómo librar esta batalla?

  • Primero, necesita límites, no lo dudes, son las líneas de referencia que le avisan de lo que está que bien y de lo que no. Aunque se rebele constantemente le dan un marco para poder empezar a decidir por sí mismo. Lógicamente, ese marco obedece a la ideología y la moral familiar, cualquiera que ésta sea. Dicho de otra forma, las normas y criterios de sus padres son la aplicación práctica de la mentalidad de su familia, de la que es y será siempre parte. Es el punto de inicio, a partir del que empieza a forjar sus propias ideas para encarar su vida adulta.
  • Segundo, necesita cuestionar los límites para en muchos casos, saltárselos. Que lo haga con más o menos frecuencia, ya depende del carácter y la efervescencia con la que haya entrado en la adolescencia. Con un año iba con el dedito a tocar todo lo que se encontraba, para a través de la percepción comprender el mundo físico. Ahora, con ese «no lo entiendo» y «no es justo», o incumpliendo las normas, se pone a prueba y pone a prueba la consistencia del complejo mundo adulto que le rodea.

Ánimo. Recuerda que esto también pasa. Seguiremos hablando de adolescentes…

Noemi Galindo Vallejo

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