Para ir al psicólogo de hecho, hay que estar bastante bien de la cabeza. Implica que te has dado cuenta de que tu sólo no puedes hacer frente a una situación importante. Y cada día más gente recurre a nuestros servicios para saber como re-orientar su situación laboral, resolver problemas de pareja, manejar el estrés, superar la pérdida de un ser querido, vencer miedos, manías, relacionarse mejor…
Sin embargo, aun existe ese reducto galo de gente, que a pesar de arrastrar un malestar emocional permanente, no acuden a nadie. Siempre me hago la misma pregunta: si cuando te duele mucho una rodilla vas al médico, ¿por qué cuando te duele el alma no buscas la ayuda de un profesional? Imagino que piensan que su problema no tiene solución. Se acaban acostumbrando a estar tristes o enfadados, a convivir con sus miedos y malos hábitos. Otros asumen los límites que el trastorno impone a sus vidas y prefieren dejar de viajar, de hablar en público o de enamorarse.
La situación que vivimos desde que el Covid19 entró en nuestras vidas, es terreno propicio para los desequilibrios. Y no me refiero a que algún que otro día estemos un poco más tristes o más irascibles, eso es completamente normal en esta situación. Hablo de trastornos con mayor presencia y que impiden una vida feliz y tranquila: miedos importantes y bloqueantes (a enfermar, a salir a la calle o a perder el empleo), sentimientos depresivos, estrés… Si este es el caso, no esperes a que se te pase solo, porque puede que no ocurra como tu imaginas y te pase una factura cara. Si algo se te ha desajustado y no recuperas la normalidad, pide ayuda. No solo vas a mejorar rápidamente, además vas a tener la oportunidad de aprender mucho de ti mismo y de los demás.
La salud psicológica es indispensable para ser feliz, crecer, aprender, convivir, aceptar cambios y asumir retos. Si todos nos sintiésemos bien en nuestras respectivas vidas, el mundo sería un lugar más acogedor.
Noemi Galindo Vallejo